Desde que en esta España nuestra la lengua ha dejado de ser un vehículo para entenderse para convertirse en un vehículo oficial, o sea, cosa de políticos, las palabras han pasado de ser eso, palabras, a transformarse en siglas o ‘sigloides’, cuando no en metralletas (que, hablando de palabras, ya está en diccionario y es mucho más guapa que ametralladora). El caso es que en aras de oficialidades varias, que protegen más a los que viven de las lenguas que a las propias lenguas, vamos imposición tras imposición y, sin comerlo ni beberlo, tenemos que llamar A Coruña a la antigua La Coruña y Lleida a la que toda la vida en el resto de España, que no en Cataluña, se llamó Lérida. Vale. Yo, como soy persona civilizada y gusto de cumplir las leyes, paso por eso. Por lo que no paso es porque a mi Sporting de Gijón de mis entretelas me obliguen ahora a llamarlo Sporting de Xixón. Y no porque tenga yo nada en contra de la llingua asturiana, que utilizo y leo en la intimidad (que diría el de la peineta) y en público siempre que me viene en gana. No ye eso, ho. Es que me resulta incongruente. Tanto como que, en aras a la buena ortografía, el Colacao pasase a llamarse Colacado. Eso por no hablar de que, metidos en gastos y puestos a cargarnos la marca, no entiendo cómo no se le ha ocurrido a nadie que nos llamemos el Deportivu Xixón.
PD. En próximos capítulos podremos analizar por qué el Festival de Cine de Gijón se llama de un tiempo a esta parte Xixón Film Festival. Ouyeahhhh