Da gusto ver a Iker Casillas y a Sara Carbonero (Iker y Sara, que se dice ahora, como si fueran tus primos, que para eso son los novios de España). Da gusto verles, decía, tomando el sol. Es lo bueno de la belleza, que le gusta a casi todo el mundo. Lo que no acabo de encajar del reportaje del verano no son esas piernas interminables de la Carbonero. Soy lo suficientemente mayor como para aceptar que mis piernas no son interminables, pero sí mías y, por si fuera poco, llegan hasta el suelo y caminan. O sea, me valen. Lo que no acabo de encajar del reportaje del verano es el libro que está leyendo en la piscina Iker, mi Iker, su Iker, nuestro Iker. El mejor portero del mundo (y el más guapo, con permiso del eterno Víctor Baia) se ha tragado en la hamaca el ‘Perdona si te llamo amor’, de Federico Moccia. Yo entiendo que para desconectar, no lo hay como los ‘culebrones’, pero me atrevo a recomendarle al bueno de Iker, cuatro o cinco de los de verdad, de los que no taladran el cerebro sino todo lo contrario. Con perdón. Y mis respetos.
El primero y por aquello de que, visto lo visto, parece que le va el rollo de señor-mayor-se-enrolla-con-niña, propongo cambiar a Moccia por Nabokov. Puestos a tratar del tema de la pedofilia, nada como disfrutar de la musica con ese “Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta…”. La mejor primera página de novela jamás escrita. Puestos a seguir con amores prohibidos, que se meta con la señora Bovary y, si me apuras, hasta con ‘El amante de Lady Chatterley’, que será un hortera, vale, pero con su punto. Si quiere cotilleo, que se deje contar las memorias de Coetzee, esa fantástica trampa en la que el Nobel se pone a sí mismo como los trapos por boca de quienes le conocieron. O no. Son tres tomos, pero con el último, ‘Verano’, puede ir tirando. Si eso le parece poco y le va un rollo sexo-duro, otra Nobel, Doris Leesing, le puede regalar ‘La grieta’, una fabula de cómo empezó el mundo en la que no faltan violaciones ni castraciones violentas. Una carnaza que ya quisiera para sí ‘Sálvame deluxe’.
Si con esto, Iker, amor, no tienes bastante, y te da por la ‘autoayuda’ tírate directamente a Santa Teresa (es un decir). No hay psicólogo argentino ni terapeuta estadounidense que supere aquello de “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa”. Hasta la moda de Federico Moccia. Por suerte.