He sobrevivido currando a las fiestas de mi pueblo como Melilla a la visita de Aznar. Y eso es mucho sobrevivir. Lo mío y lo de Melilla, más, claro. Y lo de Mariano (de ahora en adelante y a partir de aquí: mi-pobre-mariano), pues peor. Lo digo porque vale que yo haya sufrido la Semana Grande currando, porque para eso me pillé las vacaciones en julio, y vale tener que darle la mano a Aznar si eres un melillense que, un suponer, va por la calle y se lo tropieza; te la puede romper, pero eso se arregla con una escayola. A lo que no hay derecho es a que a mi-pobre-mariano le haya amargado así las vacaciones su ex jefe. Porque mi-pobre-mariano estaba jugando al mus y fumando sus puros y pegándose unas siestas en su Galicia natal, que le gusta más a mi-pobre-mariano el mus, el puro y la siesta que comer pulpo con las manos, y no tenía por qué montarle ahora esto. Y no tenía que obligarle a salir con cara de póquer (que lo suyo es el mus, insisto) a dar explicaciones que el primero que no se cree es mi-pobre-mariano en persona.

Yo llevo todo el día dándole vueltas y preguntándome por qué el ex jefe de Mariano se ha ‘bajao al moro’ a montar una de vaqueros y me salen dos, pero no me decido por una en concreto, así que ahí las suelto.

1. El ex jefe de Mariano se aburre en el gimnasio.

2. El ex jefe de Mariano vio la algarabía popular que generó Mrs Obama y se dijo: ‘Pues yo también quiero’, y como Marbella ya estaba muy visto siguió camino y llegó a Melilla.

PD. Que sufrimiento tiene que ser llevar el futuro de España sobre tus hombros y que nadie na más que tú haga nada, oyes.