Juan Luis Galiardo entra de visita en la prisión de Valencia, levanta los brazos al aire, y mirando a las galerías, grises, feas e iguales, como se les supone a las galerías de un penal cualquiera, grita “enormeeeee, catedraliciaaaaa”. Hay frases que valen un libro, escenas que valen películas y momentos que valen la vida […]