Desde que tengo uso de razón e incluso bastante antes de usarla, he celebrado el 2 de abril por causas familiares que no vienen al caso. Lo que no imaginaba es que la fecha iba a convertirse en un día tan señalado en el calendario de la historia, en una suerte de Día D Hora H, en una especie de 12 de octubre de 1492 traído al 2011. El 2 de abril de 2011 no es el día que se va a poder echar el candado a Fukushima; no es el día en que Gadafi va decir ‘perdón que se me fue la mano’ y las fuerzas aliadas, más o menos lo mismo; ni siquiera es el día en que se va a acabar el hambre en el mundo… es mucho más importante que todo eso. Es el día en que Zapatero a lo mejor dice si se va o se queda. A lo mejor, que nadie se emocione.
Decía Terenci Moix que en esta vida se puede ser de todo menos pesado. Y dice mi amiga Rosa que se puede tener de todo, pero si no se tiene ‘sentido del espectáculo’ no se tiene nada. Y digo yo que Zapatero no cumple ninguno de los dos requisitos fundamentales de Terenci y Rosa. Me recuerda todo este culebrón al de la libreta azul (o cuaderno, que resulta mucho más fino) de Aznar. Debe de ser porque el poder, además de corromper, atonta. O provoca que ese señor que todas las mañanas se despierta con todos nosotros de nombre ‘ego’ y que la mayoría procuramos dejar en la cama termina por devorarse a algunos, como ya hizo Saturno con sus hijos en su momento.
José Luis, hermano, provocas ya demasiadas cosas. No nos causes también aburrimiento. Gracias.
PD. Y mientras, lo importante sigue en otro lugar, a miles de kilómetros de aquí…
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