A mí que Aznar haya llamado a Gadafi “amigo extravagante” no me parece mal. Supongo que porque no me sorprende lo más mínimo. Lo de ‘amigo’ resulta lógico y natural, teniendo en cuenta que Aznar siempre tuvo mucho ojo pa los amigos (le pasa mucho esto a una amiga mía con los hombres): Bush, Berlusconi, el Bigotes… ¿sigo? Lo de ‘extravangante’, pues otro tanto. A ver si no es extravangante montar una jaima en los Campos Elíseos. Otra cosa no será, pero extravagante es un rato. Como la moda adolescente de echarse gotas de gintonic en los ojos para pillarla antes y sin dolor de estómago, o más.
A mí que Aznar haya llamado a Gadafi “amigo extravagante” me parece igual que verle a Aznar la tableta de abdominales u oirle hablar en inglés. Más de lo mismo. Lo que me tiene descolocada de verdad es que Caperucita Roja se cepille al lobo feroz en la nueva versión ‘crepuscular’ del cuento. ¿Qué va ser lo siguiente? ¿Que la abuelita marche de viaje con el Imserso y se enrolle con el leñador? Pues, mira, mejor que ahí aburriéndose en el bosque… Vivir para ver, que diría otra abuelita: la mía.