Arranca la campaña y yo, con ella. Me voy de mitin en mitin, aquí os dejo el resultado del primer asalto: Palacio de los Deportes de Gijón, PSOE, cabeza de cartel: José Luis Rodríguez Zapatero. El miércoles, Rajoy en Oviedo. Seguiremos informando…
Alguien debería avisar a la Reina de Inglaterra para que cuando case al próximo nieto se ponga en manos de quien de verdad sabe de organizar actos multitudinarios. El mismísimo Palacio de Buckingham y, si me apuras, hasta los servicios secretos de Scotland Yard palidecerían frente al PSOE de Asturias. De Castropol a Pimiango, de Felechosa al Cabo Peñas, no faltó agrupación socialista que no pusiera ayer un pie (o dos, o siete o setecientos) en el Palacio de los Deportes de Gijón. El viernes, Zapatero jugaba en casa, en León, y de 4.000 almas que cabían en el recinto, comparecieron mil. Ayer había sitio para 5.000 y hubo quien se quedó de pie (Iván Álvarez Raja, por ejemplo), quien tuvo que acomodarse en la grada con la militancia y cara de pocos amigos (José Ángel Fernández Villa, un suponer) y a lo mejor hasta se quedó alguien fuera vigilando alguno de los 50 autobuses, 50, fletados para la ocasión. Areces, no, el presidente saliente entró (muy) junto a Zapatero, seguido de la también saliente alcaldesa y de los aspirantes a entrantes: Santiago Martínez Argüelles y Javier Fernández, Santiago y Javier de aquí al 22-M.
Tini (aplíquese lo anterior al apellido) no tuvo minuto de gloria de discurso, pero sí se dio un buen baño de masas con ovación y saludo cuando Zapatero alabó su trabajo. Lo mismo que la alcaldesa, pero más, porque ella, de rojo y blanco como mandan los cánones, no se movió de su silla.
Se movieron, claro, el protagonista y los coprotagonistas de la mañana junto al rastro. Unos más que otro, también es verdad. Y, como en todo concierto que se precie, en orden ascendente. El primero en saltar a la arena fue el «futuro alcaldesu», que se arrancó con varios «buenooooos díasssss» encandenados que recogieron los primeros ‘bravos’ del respetable. No ahorró en chistes, en menciones al «puntín» del Sporting, ni en insistir en que lo que se votan son las aceras y no problemas mayores. Y del discurso amable: a Javier Fernández, que se esforzó en forzar sonrisa, pero que, volviendo al mundo del espectáculo, es más de estudio que de directo.
Llegó después el cabeza de cartel. De «buen humor», dijo, y con buenas ojeras, se vieron. Y, básicamente, vino a reforzar (repetir también vale) el discurso de los anteriores. Por resumir: aquí se vota lo que se vota, la crisis es así no la he inventado yo, el PSOE toma las medidas necesarias, el estado de bienestar no se mueve, la sanidad está garantizada, las pensiones también, la paridad, ni te digo, y que nadie se preocupe, salvo que venga la derecha. Natural. La derecha, por cierto, es el PP y «el otro», porque Cascos, lo que se dice Cascos literal, sólo se oyó una vez en todo el recital. Lo dijo Fernández y seguramente porque se le escapó. Por lo demás, el mensaje quedó claro: ‘los socialistas somos más, pero votamos menos, así que a las urnas’.
Nadie va a un concierto a escuchar el nuevo disco de la banda. Se va a cantar a pulmón los grandes éxitos. Pues a un mitin, lo mismo. Ayer con banderas y hasta un ‘Asturias, patria querida’.