Gijón, miércoles 13 de julio. Hace sol. Y esto, creánme quienes no sufren los rigores cantábricos, es una noticia. Hoy, por fin, propios y extraños hemos podido hacer nuestra particular fotosíntesis mental. La luz es imprescindible para seguir respirando; como el oxígeno, o más. Pero la luz no llegó al Parlamentín. No porque en Oviedo haya nubes, que puede que también, es que la sala de plenos de la Junta está soterrada, como las vías del Humedal pero de verdad. Será por eso de no tener ventanas a la calle que ayer sus señorías tampoco nos dijeron nada que no supiéramos.
Cascos, don Francisco, insistió en su paquete de medidas de recorte de gasto público y su lista de compromisos electorales. En puridad, sin engañar a nadie. Dijo lo que ya había dicho. Y los otros, los que no aspiran a presidente -porque esto es como la asamblea de una comunidad de vecinos, parece que nadie quiere el marrón menos el del quinto- otro tanto de lo mismo. Con más razones y bastante más peso (político) unos que otra, la izquierda que la derecha, esa es la verdad. Como también es verdad que la segunda noticia del día, a parte de que hace sol, es que Fernández, don Javier, habló. Y bastante bien, por cierto, una pena esa manía suya por el silencio.
Y entre tanto sol y tanta discrepancia, sólo un punto de acuerdo: al igual que sin luz no hay fotosíntesis, sin cita no hay discurso. Desfilaron por el sótano, en rigurosa fila, el omnipresente Jovellanos, Indalecio Prieto, Melquiades Álvarez, Keynes, Balzac, Buchanan… y algún que otro ser vivo, Paul Krugman, por ejemplo y que yo me acuerde. Cuanto bien nos hace el sol y cuanto daño Google y la Wikipedia.
Antes de que el mundo fuera una enorme portería, sólo Graciano García nos regalaba un puñado de citas en cada intervención pública. Cuentan que cuando la arroba era felizmente una unidad de medida, el emérito de los Príncipe de Asturias ya había encargado y puede que hasta inventado un programa de frases célebres. Yo, que tengo una memoria nefasta, recuerdo ahora una del gran Terenci Moix con la que me despido y me callo: “En esta vida se puede ser de todo menos pesado”. Pues eso.