Hay cocinas vivas y cocinas muertas. Cocinas industriales, cocinas de hospital, cocinas familiares, cocinas en las que nadie cocina. Hay cocinas de carbón, y de inducción y hasta de camping gas. Cocinas que obran pan y cocinas que por obrar obran hasta milagros. Y luego están las cocinas de la Laboral. Allí abajo, donde la torre pone sus cimientos, en un sótano curiosamente lleno de luz, están estos días diez, digamos, cocineros. Está Pablo Armesto burlándose del espacio a golpe de azulejos y rayos azules. Están Carmen y Patricia Vázquez riéndose del ‘hasta que la muerte nos separe’, tal vez porque ‘siempre’ y ‘nunca’ son dos palabras tan hermanas como ellas mismas. Está Jean Jullien con un banquete que mezcla un “otro mundo es posible” con ‘El traje nuevo del emperador’. Y se queda tan ancho. Y tan bien. Están Roller y su hijo, que te sacan carcajadas a cada paso con sus megahéroes y sus supervillanos. Y está sobre todo el Sr. X. Está enseñando, primero, que nada es lo que parece y que todo, o casi todo, merece una segunda mirada; y, después, que el punto de vista es, seguramente, más interesante que ninguna otra cosa. El Sr. X me hizo ponerme en su lugar y, después, me dejó esta frase de Adam Smith para que no se me olvide: “Solamente a través de la imaginación podemos concebir que las sensaciones de nuestro hermano son las impresiones de nuestros propios sentidos y no la de los suyos las que nuestra imaginación copia”. Amén.
PD. La exposición Arenas Movedizas está en las Antiguas Cocinas de la Universidad Laboral hasta el próximo 16 de octubre. No dan lianas a la entrada. Hay que llevarlas de casa. Aviso.