>

Blogs

Costa Chapuza

La vida, que tiene vida propia, me llevó una vez a pasar una semana en ese barco que hoy se convierte en pecio en medio del Mediterráneo. Yo naufragaba entonces, pero de una manera mucho más metafórica que los pasajeros que han tenido que lanzarse al ‘sálvese quien pueda’. O no, pero eso ya no importa. Lo recuerdo ahora, con sus catorce pisos de camarotes, sus pasillos interminables en los que tantas veces me perdí, sus horribles bares llenos de luces y de maderas nobles de pinta innoble en los que tantas horas pasé, sus casinos chirriantes varios, sus comedores para mil y pico personas… Lo recuerdo y recuerdo el día en que, en plena siesta al sol de las de libro abierto en la cara, sonaron las alarmas y tuve que correr a mi camarote a por el salvavidas. Había que participar en un simulacro de naufragio. Y era sí o sí. Recuerdo la sensación de oveja de manada, los empujones de los españoles, la disciplina de los alemanes, el griterío italiano… y recuerdo sobre todo a aquel señor de Murcia de metro cincuenta que me plantaron delante en la foto oficial del simulacro y al que tanto agradecí no quedar inmortalizada en biquini y con un chaleco inflado.

Porque sí, aquel simulacro de naufragio no tenía más sentido que colocar a todo el pasaje por grupos y convenientemente ordenados por alturas para hacernos una foto y luego tratar de venderla al módico precio de 10 eurazos de nada. Nada más. No sé si existen simulacros buenos, no sé si las desgracias son predecibles, pero parece que en la historia del Costa Concordia, como en tantas, la chapuza se ha convertido en el problema. Y el problema se llama, de momento, cinco muertos y quince desaparecidos.

Temas

por María de Álvaro

Sobre el autor


enero 2012
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031