Que el amor es una patología es algo que no merece la pena discutir. Y que su síntoma más hortera y/o horterizante es la celebración de San Valentín, tampoco. Viene esto al caso de dos correos electrónicos que me han llegado esta misma mañana. Ambos tienen en común eso, que están destinados al día del buen mártir romano del siglo III (gracias, Wikipedia) y que los dos ofrecen ‘sugerentes’ ideas para festejarlo por todo lo alto. El uno tiene el inquietante título de ‘PROPUESTAS LITERARIAS SAN VALENTÍN’, así, en mayúsculas y sin preposiciones que valgan, y es de una editorial cuyo nombre voy a omitir. Decorosa que es una. El otro es de una de esas web de viajes que te bombardean el correo y se titula ‘¡Regala San Valentín!’ (es de agradecer el cambio de los signos de admiración por la maldita caja alta, que tanto molesta a la vista; vale puede que sea un poco maniática en lo que a tipografías se refiere). Y ahora no voy a criticar nada, sólo voy a dar los títulos de los libros y los destinos de los viajes. Prepárense.
Entre las novelas: ‘El cementerio de la alegría’, que si es una alegoría del matrimonio acordaremos que muy optimista no parece, neorrealista quizá sí, y entre los ensayos: ‘Caerás en la tentación’, a lo que nada tendría que objetar si no fuera por el subtítulo: ‘las recetas que te harán amar el salvado de avena’. Literal. Lo juro.Y aquí admito que muchos y muchas, servidora misma, pueden pensar que en su vida se han enamorado de muchos y muchas bastante más nocivos y nocivas que el pobre salvado de avena. Vale. En cuanto a los viajes, tres destinos: dos días en Soria, tres en Cantabria y un crucero de 308 euros, que no sé si incluye salvavidas y desconozco si han previsto fichar al gran Schettino, capitán al que se le podrá llamar de todo menos romántico, y si no que se lo pregunten a su acompañante en el momento del naufragio del Costa Concordia. En fin, que la realidad, una vez más, supera a la ficción, cosa que en el amor suele pasar con demasiada frecuencia. Ays.
PD. Puesta a seguir jurando aprovecho para jurar también que antes de ponerme a escribir esto introduje en Google las palabras ‘san’ y ‘valentín’ y me salió como primera posibilidad ‘san valentín sangriento’. Ahí lo dejo.