Denso, espeso y hasta rocoso. Leve, aéreo y hasta sublime. A veces muy negro. Otras inmaculado. Poderoso siempre y siempre delicado. Sin certezas, dudando constantemente, con esa duda que permite a los grandes descubrir otros mundos, y al resto, respirar al menos. Podría estar hablando del amor, pero hablo de Antoni Tàpies. Al fin y al cabo, las emociones, las de verdad, vienen a parecerse bastante. ¿Y qué es si no el arte? El de verdad. Ese que como Antoni Tàpies y algunos amores pueden llegar a ser eternos; así duren 88 años o cinco minutos.
PD. “Voy a la caza de almas, no de masas; convencer a las masas no es posible. Han de convencerse las personas por sí mismas (…) Pero yo sólo apunto el camino. Nada más. En realidad es un trabajo muy modesto” (Antoni Tapiès 1923-2012)