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En un banco (soleado y de los buenos)

Vanessa Gutiérrez me envía su ración semanal de versos para el Culturas de este sábado. Esta vez son de Xaviero Cayarga, del libro ‘La ñeve del cuquiellu’ (Trabe 2011). Leo el primero, ‘Güela’, y me acuerdo de la mía. Ahí lo dejo, para que cada cual le ponga la cara de quien quiera. Y hasta ninguna. La traducción al castellano es casera y mía. Detrás, el original. Esto también es una cuestión de gustos, aunque como recuerda Miguel Rojo en ‘El paseo’, toda la poesía está escrita en lengua extranjera. O algo así.

Abuela
Te espero en el parque
guardándote
tu banco soleado.
No parece que vengas, voraces
palomos y viejos
impacientes se arremolinan
haciendo visera con el periódico
del día. Al fin, te descubro
allá, donde la librería,
bajo la temblorosa sombra de los pláganos:
callada, tranquila,
el brazo estirado por encima
del respaldo, como acariciando
un buen recuerdo. Me levanto
-no tardan en ocupar mi asiento-,
atento a tu silencio sereno,
comprendiendo que no hay distancia,
que solo cambiaste de sitio.

Güela
Espérote nel parque
acutándoti’l
to bancu soleyeru.
Nun paez que vengas, voraces
palombos y vieyos
impacientes arremolínense
faciendo visera col periódicu
del día. Al fin, descúbrote
acullá, onde la llibrería,
baxo la temblorosa
sombra de los pláganos:
callada, tranquila,
el brazu espurríu percima
del respaldu, como cariciando
un bon recuerdu. Llevántome
–nun tarden n’ocupar el mio asientu–,
atentu al to silenciu serenu,
comprendiendo que nun hai distancia,
que solo mudesti de sitiu.

Temas

por María de Álvaro

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