Dilia y Marìa de los Ángeles son dos bellezas de pelo negro y pestañas largas que siempre tienen como pegadas. Las conocí una mañana bien temprano y pensé que tenìan tanto sueño como yo. No era eso. Hasta hoy, con sus 10 y 11 años, Dilia y María de los Ángeles eran dos niñas con los ojos cerraditos porque les molestaba la luz. Hoy, después de más de cinco horas en el oculista, sabemos que tienen un daño en la mácula seguramente congénito que les reduce su visión al 20%. Ellas ya tienen unas gafas de sol rosas para salir a la calle y una cita con un especialista que, aunque no pueda curarlas, si podrá hacerles la vida más fácil. El problema no son Dilia y María de los Angeles, son los millones de dilias y maríasdelosángeles que viven en Guatemala mientras el resto del mundo y muy especialmente los políticos de la misma Guatemala miran para otro lado. Podemos poner tiritas, pero la herida es demasiado profunda.