Todos tenemos días raros y, luego, días surrealistas. Levantarte por la mañana y, por ejemplo, que te llame un colaborador de un suplemento cultural y te diga que no va a mandar su artículo y que cuando, inocente, le preguntes por qué, te responda que porque “le atropelló un gato”, entra dentro de los segundos. Y es verídico, lo prometo, lo juro y lo que haga falta. Aunque el ejemplo solo sirva si trabajas en un periódico y te ocupas del suplemento cultural, de acuerdo, pero es cierto.

Que ese mismo día salgas a la calle y un tipo de apariencia absolutamente convencional te pare y te pida 50 céntimos para ir a Valladolid a presentarse a unas oposiciones, pues lo mismo. Que el tipo, ante la expresión que, involuntariamente, ha tomado tu cara, te diga que si no te lo crees te recita el artículo que tú quieras de la ley de régimen jurídico de las administraciones públicas, puede que más.

Que ese día acabe con el ministro de Medio Ambiente diciendo que quiere hacer navegables los lagos de Covadonga ya sobrepasa los límites del surrealismo. Un gato atropellando críticos de arte es creíble; un opositor pidiendo limosna, más que creíble corre el riesgo de convertirse en cotidiano. En realidad, tan cotidiano como los chistes de Cañete. Tan cotidiano como sus duchas frías, sus yogures caducados (y conste que si fueran mortales yo no estaría escribiendo estas líneas ahora mismo), sus ‘ya no hay camareros como los de antes’ o aquello de ‘el regadío hay que utilizarlo como las mujeres, con mucho cuidado porque le pueden perder a uno’. Ole.

Ahora lo único que hace falta es que la brillante idea de convertir el parque nacional de Covadonga en el del Retiro se quede en eso, en un chiste de Cañete, que, por cierto, defendió la ocurrencia diciendo que la naturaleza está “para que la disfruten los ciudadanos y no sólo los ornitólogos y buhólogos”, cito literal. Y luego ya después aclaró que la caza, la pesca deportiva y recreativa, la tala con fines comerciales y la edificación van a seguir estando prohibidas en la nueva Ley de Parques Nacionales. Menos mal. No si al final va a resultar un ‘buhólogo’ peligroso el señor ministro.