Era más que pequeña, diminuta, caminaba despacio, con su pelo blanquísimo, la mirada perdida, como si estuviese soñando con algo muy agradable. Tendría unos 80 años y recorría de atrás adelante un bar del Este de Berlín. Me gustó aquella vieja, me pareció que iba, no sé, repartiendo algo parecido a paz. La miré. Me […]