Un sábado de lluvia, sea junio o diciembre, siempre es una bendición, porque un sábado de lluvia es como si el mismísimo cielo te diera permiso para quedarte en tu casa y darte, qué sé yo, un atracón de ‘Mad Men’, de Julio Camba hablando de Nueva York o de palomitas y vino tinto mismamente. […]