La vida a veces no es más que una sucesión de frases hechas. Y en verano, más. Pero somos animales gregarios por más que nos guste ir de solitarios. Y de originales. Vaya, que somos todos iguales, algunos incluso peores, y al final vamos cayendo en un tópico y en otro. Supongo que fue por eso que aquel verano me planté en el Sella. Porque “hay que ir al menos una vez en la vida”. Como a la Meca pero en asturiano. Me colgué el collar y las ganas del cuello y me metí en el río hasta las rodillas y con alpargatas (sí, nadie dijo que fuera una experta en ‘outfits’ -¿se escribirá así?- festivos). Yo no era una niña, pero era mi primer Sella. Recuerdo la sensación de volver a los 10 años; recuerdo la expectación, aunque confieso que, pese a mi naturaleza entusiasta a veces hasta lo patológico, allí, con los pies mojados, pensé si sería verdad que era para tanto. Y entonces oí lo de “guarde el público silencio” y vi como el público, hasta hacía solo un segundo una marabunta ruidosa y ya con diversos grados de ingesta y hasta indigestión etílica, enmudecía. Como en misa. Y, como en misa, empezó la liturgia. Y emergió Neptuno de entre las aguas y bajó don Pelayo de Covadonga y comparecieron no sé cuantos tritones y otros tantos centauros. Y fui la “chavalina guapa” y alguien obtuvo “permiso para abrazarme”. Y entonces aquella masa muda que éramos oyó los primeros acordes y empezó a cantar ‘Asturias patria querida’. Confieso que no la pude ni empezar porque a esas alturas ya me parecía que las alpargatas se habían rebelado y andaban a la altura de mi garganta, de puro nudo. Allí, con los pies en el agua, el collar colgado y la montera cerca, entendí inmediatamente, antes incluso de “subir al árbol” a “coger la flor”, porque al Sella “hay que ir al menos una vez en la vida”. Yo fui aquel verano. Y cumplí. Y no repito, que ya se sabe que “al lugar donde fuiste feliz” es mejor no volver. Pero certifico que era para tanto. Que si es verdad eso de que la eternidad puede durar un instante o acaso está compuesta de ellos, la salida de las piraguas es Arriondas es uno. Tal vez en otra vida vuelva.