Lo mismo que ir al médico al centro de salud no es gratis aunque no nos cobren cada vez que vamos, suspender también cuesta dinero. Perdón por la obviedad, pero es que acaban de ponerle a la cosa cifras y no hablamos de calderilla precisamente. Son 31,5 millones de euros al año en Asturias lo que cuesta que 4.500 niños no pasen de curso. Vale. Lo peor es que los expertos alertan de que «familias, educadores y responsables políticos» consideran positivo repetir. O, si no positivo, al menos si la solución menos mala si el chiquillo no estudia. Todo estupendo, pero a lo mejor estaría bien decirle al niño a cómo sale la broma traducida, por ejemplo, en juegos de la Play Station. Para que lo sepa. Y no hablo, naturalmente, de pequeños o adolescentes con problemas, en los que hay que invertir todo lo que sea necesario. Hablo de los otros. De los que a fuerza de no tener nunca ninguna responsabilidad van camino de convertirse en adultos que sólo saber reclamar derechos.