Desde Florencia | Jo tía - Blogs elcomercio.es >

Blogs

Desde Florencia

“Absorto en la contemplación de la belleza sublime, la veía de cerca, la tocaba, por así decir. Había alcanzado ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes inspiradas por las bellas artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de la Santa Croce, me latía con fuerza el corazón; sentía aquello que en Berlín denominan nervios; la vida se había agotado en mí y caminaba temeroso de caerme”.

El síndrome del viajero, ‘Diario de Florencia’ (Stendhal)

 

 

Temerosa de caerme pese a que hace días, podrían decirse siglos, que he renunciado a los tacones, camino por las calles de Florencia y, con permiso de Stendhal, yo también “creo vivir con Dante” a pesar de que, a veces, esta ciudad no sea “más que un museo lleno de extranjeros”.

 

En la misma puerta de la Santa Croce la figura de Alighieri y sus imponentes dimensiones de gigante espanta palomas y turistas japoneses que, sospechosamente, jamás se mueven en bloques inferiores a la veintena y se empeñan en verlo todo a través de sus cámaras y teléfonos. Florencia se impone como se impusieron los Medicci, como sus príncipes, como sus papas. Las piedras podrían fundirse con el calor del final del verano, pero no lo hacen. Seis, siete siglos después de permanecer en el mismo lugar, nos dejan claro que ellas se quedan, que somos nosotros, como las palomas y los turistas japoneses, los que estamos de paso. Pero nosotros, a diferencia, seguro, de las primeras y, probablemente, también de los segundos, aún podemos pedir un último deseo, como los reos que ardieron a pocos pasos de aquí, en la Piazza della Signoría: nosotros aún tenemos la capacidad de llevarnos una parte de Florencia, con sus cúpulas y sus frescos colosales, con sus mármoles verdes y sus sillares eternos, con sus delicadas ‘anunciaciones’ y sus retorcidos torsos de bronce, con sus ‘tizzianos’ y su ‘Primavera’ naciendo para siempre cada día. Con su olor a cuero, su sabor a helado de ricota y su sonido de mil campanas. Y guardarla en el alma. A buen recaudo. Para cuando nos haga falta.

 

Podemos llevarnos eso y la certeza de que nosotros nos vamos, pero Florencia se queda. Y ese es, sin duda, el mejor consuelo.

Temas

por María de Álvaro

Sobre el autor


septiembre 2016
MTWTFSS
   1234
567891011
12131415161718
19202122232425
2627282930