Leo que el próximo sábado es el día europeo de la mediación y no sé si por que hoy he leído los periódicos demasiado pronto o por este frío que no deja pensar (ni hablar de otra cosa), confundo mediación con meditación. Y me dispongo a poner el grito en el cielo, a rumiar un ‘a dónde vamos a llegar’ al más puro abuela cebolleta, cuando caigo en la cuenta de que, a lo mejor, meditar es justo lo que nos hace falta. Pararse, templar y mandar era lo que hacían, todavía hacen, creo, los toreros, los que quedan. Y es lo que no hacemos todos los demás, ahora que nada funciona sin espectáculo mediante. La detención de la cúpula de UGT de Asturias, con el despliegue de agentes de seguridad y desfile de arrestados y cajas, para, en menos de 24 horas, ponerlos a todos en la calle, es eso: ruido. La cosa se podía haber hecho con unas citaciones que reforzasen una investigación que, por cierto, sigue adelante, pero el pueblo pide, pedimos, circo. O eso parece. O eso nos han hecho creer. Y ahora sí puedo decirlo: no sé a dónde vamos a llegar; aunque supongo que el espectáculo continuará. Lo hace siempre. Cada vez más. Y mañana, Trump dirá.