Un bolso puede decir más de quien lo lleva que su propia boca o hasta que una resonancia magnética. La Reina, por ejemplo, dejó claro que lo que a ella le interesaba es ser abuela y punto el día en que apareció en Palma con aquella cosa colgando del brazo con las fotos de sus nietos impresas sobre fondo azul, rollo Delibes pero con mal gusto. Y ha vuelto a hacerlo. Doña Sofía o Sofía (sigo perdida con los tratamientos de ex, bastante tengo con lo mío), llegó a Nueva York y, sin que se sepa si por los efectos del jet lag, aunque seguramente que no, porque ese síndrome es una ordinariez que sólo sufrimos los de la clase turista, soltó una frase que es la madre de todas las frases del día, que han sido muchas y variadas: “Todo va a seguir igual”.
Pues vale. Pues a lo mejor para que todo siga igual no hacía falta tanto lío, ni tanta tinta, ni tanta protesta, ni tanta bandera, bi o tricolor, dependiendo del gusto del portante, aunque yo diría que lo que es ver, se han visto más de las segundas en las últimas 48 horas, a lo mejor porque sus portantes tienen menos ocasiones de ondearlas, que no valen para mundiales ni eurocopas. Claro que a lo mejor resulta que la Reina es fan del Gatopardo y se refiere a eso de que todo cambie para que todo siga igual. No sé, yo de ella no me fiaría mucho de los italianos. Que mire si no dónde están los parientes de Saboya. Con lo bien que ha sabido siempre esta mujer gestionar sus silencios. Con los bolsazos que le tengo vistos.