En la Seguridad Social de Gijón es obligatorio tener cita previa para cualquier trámite, lo que resultaría fantástico y, sobre todo, eficaz, si no fuera por que el teléfono de la cita previa no lo coge nadie. Dos días después del “si conoce la extensión marque 1”, “si no marque 2” y “si no péguese un tiro” en horario de mañana, tarde y noche, el sufrido beneficiario, beneficiaria en este caso, se planta en la oficina de la plaza del Carmen.
¿No tiene cita previa? No. Y se explica, brevemente, para no molestar. La funcionaria expide un papel con un número. Planta primera. Ya está. Solucionado sin levantar la vista de la mesa, para que hablar de un “buenos días”, quién dijo sonreir, que aunque sea gratis cuesta muchísimo. Pues eso, que tener que ir a la oficina cada día para cobrar a fin de mes es una faena, a mí me lo van a contar que acabo de volver de vacaciones; pero luego que nadie se queje cuando se sustituyen personas por máquinas expendedoras. De las segundas, al menos, no esperamos buena educación, y eso que las de tabaco te dan las gracias, por lo menos cuando yo fumaba lo hacían.
Por cierto, el funcionario de la planta 1, muy rápido y un encanto. Y como él, muchos. Que conste también.