No había cumplido ni los 18 cuando montó un ‘conjunto’ (nótese mi inmersión en el Euroyeyé) en su casa que terminó por convertirse en eso que los entendidos llaman un grupo de culto. Los entendidos cursis, añado, pero eso ya es una opinión. Adam Green era entonces el chico raro de los Moldy Peaches. El otro era una chica y siempre iba vestida de conejo rosa. Hoy es sólo Adam Green. Un raro y un genio. Y el secreto mejor guardado de esta Semana Grande, con permiso de Bustamante. El lunes 11, a las nueve, en la plaza Mayor. Pecado perdérselo.
PD. Y los ‘Friends of mine’ son, claro, para mi amiga Amaya. Ella ya sabe por qué.