«Bienvenidos al vuelo con destino a Primera División». Lo dijo el comandante Antonio Luna a casi 10.000 metros del suelo de León. Lo dijo el pasado 7 de junio, una semana y un día antes de que el Sporting sentenciase en El Molinón un ascenso que aquel día todos, incluido él, creían que llegaría en Castellón. El JKK 4801 de Spanair Asturias-Valencia había salido unos minutos antes cargado con 160 jugadores ‘número 12’, 160 aficionados dispuestos a ver cómo, diez años después, su equipo hacía historia. Y Antonio Luna, el comandante del MD-82 siniestrado la semana pasada en Barajas, uno de los 154 muertos en el accidente aéreo más grave de la historia reciente de España, era aquel día el encargado de que pudieran verlo. Pero hizo más, porque Antonio Luna logró que con sus palabras estallase la fiesta.
Había estallado antes, claro está. Lo había hecho con el «bienvenidos al vuelo Asturias-Valencia con destino al partido Sporting-Castellón» de la sobrecargo. Y habría estallado, seguramente, aunque por la megafonía del avión no se hubiera oído una palabra, pero Antonio Luna arrancó los cánticos más elevados de un trayecto de poco más de hora y media. Lo consiguió con su saludo de Primera, pero también cuando al sobrevolar Valladolid y, después Madrid, se ocupó de comentar que estaba pasando sobre el Nuevo Zorrilla y sobre el Santiago Bernabéu, dos campos en los que el Sporting iba a jugar en breve.
Aquel 7 de junio, cuando Antonio Luna tomo tierra en Manises, muy cerca del campo de Mestalla, la afición estalló en aplausos como si aquel avión fuera el autobús de un viaje de fin de curso. Entonces pocos se imaginaban que el Sporting saldría derrotado en Castalia y que sólo gracias al Alavés el sueño seguiría siendo posible. Pero lo que no imaginaba absolutamente nadie es que, tres meses después, Antonio Luna, el comandante del «vuelo con destino Primera», iba a ser el mismo del MD-82 Madrid-Las Palmas, un avión, por cierto, idéntico a aquel que puso en Castellón a la mareona. Yo estaba allí y desde que ayer, por pura casualidad, me enteré siento algo extraño en el estómago. Seguramente lo que sentimos todos al pensar que en el MD-82 podía haber estado cualquiera de nosotros. Como Antonio Luna y los otros 153.