Por Leticia Álvarez
Queridos blogueros, he vuelto. En serio, he vuelto de Alicante y regreso a ¡Jo tía!, evidentemente no para descubrir la costa Blanca a los asturianos, que notarialmente, al menos Benidorm, es nuestra, sino para hablar de una sidrería. Un local de interés turístico, según su propia publicidad, que podríamos tener en cualquiera de nuestros municipios o pueblos, pero que se encuentra en una plaza que se llama París, en el centro de Denia y pertenece a un leonés. Así son las cosas en esta tierra. Unos tenemos el paraíso natural y otros, lo venden.
La Sidrería, que se llama así como si fuera la única, ha cuidado hasta el más mínimo detalle y ha sabido mezclar el rústico cabañesco con el diseño de los nuevos locales sin agredir al mal gusto. En su carta se traducen los chorizos a la sidra y les casadielles al inglés y al alemán y se cobra la sidra a 3,9 euros y todos tan anchos, mientras que los mantelillos individuales de papel recogen recomendaciones sobre cómo escanciar un culín o digerir una fabada, según de Paco Ignacio Taibo y otros autores. Es un rincón de Asturias en el Levante del que culinariamente tendrán que hablar otros -léase, por ejemplo, mis compañeros de blog ‘Sopas con ondas-, pero que yo destaco para ver si alguien toma nota. No se trata de alzancar esos precios, pero sí de mimar un poco más lo nuestro.
Es lo suyo.