Para los vascos, para las vascas y, sobre todo, para mi amigo Nacho, del mismo Bilbao, asquerosamente del Atleti (sí, efectivamente, tuve que aguantarle el otro día en El Molinón) y muy contento con que, por fin, la bandera española, que ni es de fachas ni de opresores, sino suya y mía y de 45 millones más, ondee en el Parlamento de Vitoria.
PD. El videoclís, tendréis que reconocerlo, es una joya cañí, lo más bizarro que hasta hoy se ha colgado en este humilde blog.