Lo mejor de hacerse mayor es que uno (o una) termina por quererse como uno es (a una le pasa lo mismo, naturalmente). Y eso tiene grandes ventajas. Por ejemplo, se acaba el terrible ejercicio del disimular y comienza el fantástico deporte de hacer y decir lo que te apetece, siempre que lo que te apetezca no sea propio de los habitantes de la selva ni esté tipificado en el Código Penal, claro está. El caso es que a mí, que hace ya algún tiempo me voy haciendo mayor, me gusta Nena Daconte. Así que mientras cuento las horas para el concierto de esta noche en Gijón, ahí va mi favorita. Y, no, tranquilos, no es la de ‘Teníaaaaaaaaaa taaaaanto que daaaaaaaarteeeeeeeeeee’, que no es que no me guste, ojo, pero no quiero amargarle la tarde a nadie en la oficina sin poder dejar de cantar. Además de mayor soy una santa, ya lo sé.
PD. Vídeo lo que se dice vídeo no es, pero el que da lo que tiene…