Si no fuera por la incapacidad manifiesta de don Antonio Cañizares para quedarse embarazado, pensaría que sufre el síndrome ese que, dicen las gentes de buena fe, convierte a las mujeres que han abortado en unas trastornadas con secuelas de por vida. Otra cosa no se entiende. Porque el tema ya no es tema, es obsesión, como aquella bachata horrible. Que se muere gente de sida, el aborto es peor. Que se muere gente de hambre, el aborto es peor. Que se muerte gente, así en general, el aborto, peor… Que se abusa sexualmente de niños en el colegio. Pues lo mismo, naturalmente.
Se me escapa por qué para la cúpula de la Iglesia es más importante la vida no nacida que la que ya está aquí. Igual son razones teológicas que una vulgar católica de andar por casa es incapaz de comprender. Pero lo peor no es eso. Lo peor es que dice el purpurado que lo de los abusos fue cosa de “unos cuantos” y lo del aborto “de 40 millones”. Me tranquiliza. Voy a ver si salgo a la calle y mato a tres o cuatro pesaos, y sin son del Recreativo de Huelva, mejor. Total, tres o cuatro personas tampoco son tantas, ¿no, don Antonio? Paciencia, hermanos.