Izquierda Unida tiene la fórmula de la Coca Cola. Los chicos del partido que no es un partido porque es una coalición y a veces parece una jaula de grillos dicen que saben como sacar 7 millones de euros para las arcas del Principado de un plumazo. La fórmula es sencilla, se suben los impuestos a las rentas altas y se acabó el problema. En plan Robin Hood pero sin que sea delito. A mí, así, de golpe, me gusta la idea de que los ricos paguen al fisco más que yo, naturalmente. Yo, así de golpe, con esta medida de IU estoy tan de acuerdo como Preciado con la derogación de la Ley Beckham. Lo que pasa es que, sobrepuesta del golpe, me suena un poco a brindis al sol y a circo para el pueblo. Porque, digo yo, con la que está cayendo sobre las rentas altas, bajas, mediopensionistas y especialmente con la que está cayendo sobre quienes ni renta tienen subir impuestos igual no es la mejor manera de activar el consumo, la regeneración empresarial y todo eso de lo que, cuando no había crisis, ni hablábamos, como no se habla de salud cuando uno está como una manzana o no se acuerda de Santa Bárbara si no truena.

Yo no tengo la fórmula de la Coca Cola, pero sí una humilde sugerencia para quienes manejan la cosa pública: si la cosa va de tener más ingresos, la cosa pasa por tener menos gastos. Y de gastos prescindibles sabemos todos. ¿Un ejemplo? Eso tan social que se llama cheque bebé y que lo mismo recibe una mamá en el paro que Alicia Koplowich en el supuesto caso de que, como Ana Rosa Quintana, se diera a la maternidad añosa. Lo otro, lo de vendernos la moto de que se puede dar la vuelta a una recesión a golpe de impuestos, es igual que pretender cobrar derechos de autor a un gaiteru por tocar el Xiringuelu. Claro que ahora que caigo eso la SGAE ya lo hace. Habrá que llamar a Ramoncín a ver si tiene otra idea.