Estoy tan preocupada como mi amigo Jaime Poncela y otros mil millones largos de personas por el cierre de El Bulli. La noticia me ha dejado desolada. Y, si le sumo que China acaba de prohibir guisar perros y gatos, la desazón ya es monumental. Mi dieta se va a resentir. Ahora que no tengo restaurante de cabecera, encima me quedo sin producto de referencia. Lo digo porque yo he ido tantas veces a la ‘catedral’ de Roses como a comer gatos fritos o una caldereta de perro. No sé si me explico.
PD. Y no, no estoy poniendo en duda el papel de Ferrán Adriá en la revolución de la gastronomía, no digo que no haya platos que me parezcan obras de arte, no niego que ante determinados bocados uno (una) pueda incluso llorar. Lo que digo es que a lo mejor nos pasamos con eso que se llama repercusión mediática. Claro que teniendo en cuenta que Belén Esteban sale en los periódicos… mejor me callo.