Lo bueno de la política de marcha atrás del Gobierno de ZP, también conocida como el ‘tira que libres’, es que a lo mejor de aquí a julio no nos suben el IVA. A lo mejor van los ricos, esos señores que el resto no vemos y que suman, dicen, un 1% de la población, y nos salvan con sus impuestos. Lo malo es que igual sube el doble. O cuarto y mitad, que decían las abuelas en la carnicería cuando yo era pequeña.
De momento, de aquí a julio queda mucho y, para entonces, todos calvos. O en la cola del Inem. La guerra hoy está en otras partes y una de las trincheras, en la Ley del Cine. ZP acaba de abrir la zanja y ya le está abrasando el fuego amigo, el de sus amigos del cine, se entiende, que van a perder hasta un 50% de sus subvenciones. Y no es que me alegre, que en mi casa me enseñaron a no reírme jamás del mal ajeno, es que ¿acaso alguien se imagina que a una ingeniería, a un taller de chapa y pintura o a una fábrica de chorizos les regalase el Estado a fin de año un cheque con el 15% de sus beneficios? Bueno, pues la industria del cine español, esa que ha recreado más veces la guerra civil que el mismísimo Franco en sueños, se llevaba hasta ahora un 15% del total de lo recaudado en taquilla en concepto de subvenciones. Y, claro, ya no da para tanto.
En fin, que mientras esperamos a que mañana suene el despertador y el Gobierno nos anuncie un nuevo recorte para acostarnos con un nuevo desmentido y/o viceversa, voy a ver si llamo a Moncloa y propongo a una sustituta para la Salgado. Estaría estupenda la señora con la que compartí lavacabezas esta mañana en la peluquería. Lo cuento literal…
-¿Qué champú le pongo, señora?
-Primero me das uno para pelo graso y después, otro para seco.
Pues eso. Con criterio firme. Como mi presidente.