Por causas ajenas a mi voluntad ayer vi Eurovisión y llegué a varias conclusiones.
1. La balada se lleva en tiempos de crisis. A lo mejor por ahorrar, aunque sea en decibelios.
2. El dorado y los brillos molan. A lo mejor por aparentar lujo. Las mariposas surrealistas, también (y no es una metáfora, cualquiera que lo haya visto sabrá de qué estoy hablando)
3. Existe un club de fans en Facebook mejor que el de los que piden que el pitu de caleya se considere equipaje de mano en los aviones: el del espontáneo que se le coló al pequeñito-uo-uo-uo
4. Uribarri sigue siendo lo mejor de la gala. Impagable su “vergonzoso”. Genial su “descerebrado”. Sólo pasé un poco de miedo cuando pensé que iba a pedir cárcel para el tal Jimmy Jump. O la pena de muerte. Falsa alarma.
5 y definitiva. ¿Por qué existe Eurovisión? Y, en su defecto, ¿por qué nos presentamos? (ver y aplicar el paréntesis del punto 2, que vale para este punto perfectamente)