Hay un señor que quiere quemar coranes y, francamente, no le veo nada de particular. Seguramente mientras escribo esto hay varios señores que quieren quemar a su señora (y viceversa), otros tantos que le prenderían fuego a un otros tantos montes e incluso habrá quien quiera quemarse a lo bonzo. Quiero decir con esto que gente con ideas raras y hasta tipificadas en todos los códigos penales del planeta, hay mucha. Incluso demasiada. Lo curioso del señor que quiere quemar coranes, no es que quiera hacerlo, sino que le hagamos caso. El señor que quiere quemar coranes y que, según parece, ya se ha arrepentido, está teniendo estos días más repercusión en medios de comunicación y redes sociales que el mismísimo Bin Laden. Es lo que tiene la globalización, que antes a gente como el señor que quiere quemar coranes le hacían caso en su domicilio a la hora de comer y, seguramente, también a la de beber. Ahora no, ahora son eso que se llama estrellas mediáticas. Como Belén Esteban pero a lo mundial. Ays.