Si no fuera por los muertos que llevan a sus espaldas, lo del comunicado de Eta sería para partirse de risa. Y no hablo de la escenificación de la lectura, que en sí misma tiene para unos cuantos cientos de ‘gags’ televisivos. No hablo de sus ridículas boinas coronando las capuchas de nazarenos, y no porque una boina me parezca ridícula, faltaba más, si no por creer que un sombrero, el que sea, puede ser signo de identidad de nada. No hablo de esos ojos rasgados hacia arriba en los capuchones; a lo mejor en el RH va implícito el ojo achinado, o a lo mejor es que quieren dar miedo y se les ocurrió utilizar un truco más de cómic que de otra cosa. No hablo de ese puño arriba, que visto en unos asesinos revuelve el estómago. Hablo de la ridiculez de su contenido. De que se atrevan a hablar de “proceso democrático”, de que digan que es “tiempo de actuar con responsabilidad histórica”, de que nos hagan el ‘favor’ de dejar de matarnos de forma “permanente” y “verificable”, pero sin anunciar la disolución de un grupo de fanáticos que se van porque no les queda otra, porque no existen, porque no tienen infraestructura ni pasta para seguir matando, que es el fin único y último de su existencia. Si no fuera por los muertos, me estaría muriendo de risa.