Las horas cubanas no tienen 60 minutos ni los días 24 horas. Aquí el tiempo se mide en ‘momenticos’. Para todo falta un ‘momentico’. Con las distancias sucede lo mismo. Tampoco hay kilómetros. Sólo ‘momenticos’. Los alemanes se ponen malos; algún español, también. El secreto está en aprender que el ‘momentico’ -no confundir nunca con ratín- dura lo que quiere Dios, o el destino, o la casualidad, o la vida misma… o lo que sea. Llevo 50 minutos (hora española) esperando que me sirvan una ropa vieja. No me importa. “Es un momentico, mi amor”. Y yo espero y escribo este post. En un ‘momentico’.