Hay un jardín en el mismo centro de Manhattan en el solo se oye el sonido de una fuente con forma de rana. Allí en medio del silencio, a nada de imaginación que le eches, te puedes teletransportar a la Galeria de los Ufizzi o a un pasillo del mismísimo Louvre. Es la casa de un tal señor Fritz. Hoy, claro, convertida en museo. Hay un jardín en el mismísimo centro de Manhattan que es un islote de paz dentro de este bendito caos. Llego justo después de ver una performance de Xavier Cha en el Whitney Museum, un artista californiano que, oh cielos, nació en 1980. En fin, que tras su propuesta de cámaras cosidas al cuerpo, vídeos sobre las paredes y sensaciones inquietantes me paseo entre tempestades de Turner, bailarinas de Degas, clarosocuros de Vermeer, campos verdes de Corot, retratos de Rembrant… Hasta me siento, lo juro, delante de un Duque de Osuna de Goya y un Felipe IV de Velázquez. Es tan grande la fuerza de los contrastes… Es tan grande esta ciudad…