Veo la portada de El Comercio del primer día de campaña electoral y veo a tres caballeros y una dama que ya salían en El Comercio cuando yo desayunaba colacao con galletas y me madre me colgaba pesadas bolsas de libros para ir al cole (en mi frente aún está la marca del día que no pude con una). Son los mismos caballeros y dama que entonces nos prometían cosas, aunque los megáfonos electorales del PP (AP de aquella) tronasen con el parapapaparapapapá de Europe y Felipe y Alfonso las armasen a dúo, aunque esto creo ha vuelto a ocurrir hoy, o tal vez sea un dejavú… El caso es que sin necesidad de aburrir a nadie con sesudas reflexiones sociológicas que, ni quiero ni seguramente puedo ofrecer, y menos a determinada hora, me pregunto por qué si yo avanzo inexorable hacia el colacao con galletas de un asilo, los señores del colacao con galletas de mi infancia siguen en la foto.