Ayer ganó Alonso y empató el Sporting. Después, y por darle un aire demoscópico, ahora que está la ciencia en vías de extinción: no sabe/no contesta. Los ciudadanos, el vulgo, el pueblo, la chusma… o como quieran ustedes que nos autodenominemos, queridos congéneres, estamos acostumbradísimos a noches electorales en las que ganan todos. Lo malo es que esta vez es verdad. O casi. Porque lo que sucedió anoche es que perdieron todos, todos los que dijeron que habían ganado, porque IU y UPyD van de otra cosa. O sea y en resumen, el PSOE gana las elecciones en Asturias, pero si el voto emigrante no lo remedia y ellos quieren y/o pueden y/o saben, Foro está en condiciones de gobernar con el apoyo del PP. O sea, estamos prácticamente como estábamos, con la diferencia de que las posibilidades de Cherines de entenderse con Cascos están muy por encima de las de Espinosa, ahora por cierto metida a directora general de empresa acuífera (sic).

Pero sí hay algo que ha cambiado, algo que ha aumentado. Miles y miles de personas que ayer se quedaron en su santa casa. De 900.000 asturianos llamados a las urnas -expresión dicho sea de paso que no soporto y que me lleva a imaginar a una urna modelo Pixar dándome voces, pero como es algo personal a nadie le importa, cierro corchete- ayer votaron 500.000 y se abstuvieron 400.000, con perdón por el redondeo. O sea, casi casi la mitad. Anoche, viendo a nuestros próceres felicitarse me asaltó una curiosidad: ¿saldría un cocinero a recibir una ovación si de 9 tipos que tuviera sentados a la mesa, 4 se le hubieran ido directamente sin probar la cena? A los toreros, cuando no torean, se les tiran almohadillas, y, si se pasan mucho, hasta se los lleva la Guardia Civil. Y ellos también son mucho de “va por ustedes”.