Margaret Thatcher tuvo ayer el mal gusto de morirse el mismo día que María Antonia Abad y de estropearle a la Montiel más de una y de dos portadas. Claro que no es momento de hablar del mal gusto de la Thatcher, que ese ya lo conocíamos antes de eso que se llama muerte y algunos dicen ‘deceso’. Porque las dos se morían el día en que el mismísimo Pablo Neruda se revolvía, literalmente, en su tumba. El mismo día en que sus huesos, esa pequeña parte del poeta que murió un 23 de setiembre de hace ya 40 años, eran exhumados para saber por qué. Y los porqués no suelen importar, y menos cuando se mete la muerte de por medio. Hasta que lo hacen. Y en este caso, se compruebe o no se compruebe que Pablo Neruda fue asesinado, los forenses pueden concluir, cargados de evidencias, que Pablo Neruda está vivo. En eso también fallaron sus (presuntos) asesinos.
Aquí dejo una de las pruebas…
Pido silencio
AHORA me dejen tranquilo.
Ahora se acostumbren sin mí.
Yo voy a cerrar los ojos
Y sólo quiero cinco cosas,
cinco raices preferidas.
Una es el amor sin fin.
Lo segundo es ver el otoño.
No puedo ser sin que las hojas
vuelen y vuelvan a la tierra.
Lo tercero es el grave invierno,
la lluvia que amé, la caricia
del fuego en el frío silvestre.
En cuarto lugar el verano
redondo como una sandía.
La quinta cosa son tus ojos,
Matilde mía, bienamada,
no quiero dormir sin tus ojos,
no quiero ser sin que me mires:
yo cambio la primavera
por que tú me sigas mirando.
Amigos, eso es cuanto quiero.
Es casi nada y casi todo.
Ahora si quieren se vayan.
He vivido tanto que un día
tendrán que olvidarme por fuerza,
borrándome de la pizarra:
mi corazón fue interminable.
Pero porque pido silencio
no crean que voy a morirme:
me pasa todo lo contrario:
sucede que voy a vivirme.
Sucede que soy y que sigo.
No será, pues, sino que adentro
de mí crecerán cereales,
primero los granos que rompen
la tierra para ver la luz,
pero la madre tierra es oscura:
y dentro de mí soy oscuro:
soy como un pozo en cuyas aguas
la noche deja sus estrellas
y sigue sola por el campo.
Se trata de que tanto he vivido
que quiero vivir otro tanto.
Nunca me sentí tan sonoro,
nunca he tenido tantos besos.
Ahora, como siempre, es temprano.
Vuela la luz con sus abejas.
Déjenme solo con el día.
Pido permiso para nacer.