Las mujeres tenemos tetas. Sí. Dos, concretamente, y, por lo general, una a cada lado del pecho. Los hombres también, pero distintas, menos abultadas y, por tanto, mucho menos trascendentes. Porque las tetas femeninas trascienden, y mucho. Son, en realidad, el origen mismo de la vida: nuestro primer alimento. Tanto importan las tetas que hasta fundaron el Imperio Romano, aunque esas eran de loba, pero tetas al fin y al cabo. Desconozco en qué momento la teta se convirtió en elemento reivindicativo. A lo mejor la culpa es de Delacroix, que le bajó el vestido a la Libertad para que guiara al pueblo más cómodamente y se pudiera ocupar de mantener la bandera en alto. Luego llegaron las tetas del destape, del nuestro, algo más cutres y mucho más casposas, la verdad; nada que ver con las que luce la Libertad en el Louvre.
El caso es que el tiempo pasa que se las pela. Hace siglos que le cortamos la cabeza a María Antonieta y hace décadas que las suecas no son las únicas que se pasean por la playa como les da la gana, que no faltaba más. Así que a mí me van a perdonar las chicas estas de Femen, pero no entiendo que tiene de reivindicativo un día de octubre de 2013 presentarse en el Congreso de los Diputados luciendo pectoral. No veo que hay de transgresor en una teta. Ni en dos. Ni en seis. Claro que a lo mejor está bien que hablemos de sus tetas y evitemos la ridiculez de su mensaje: eso de que el aborto es sagrado, que ni comentario merece así no pueda estar más de acuerdo en que cambiar la ley actual es un paso atrás incomprensible. Como tampoco merece comentario lo ‘progresista’ que resulta entrar en un parlamento democrático a grito pelao tratando de interrumpir una sesión, algo que, sin ánimo de comparar, claro está, me quiso recordar a aquel que entró aquella vez gritando no ‘teta’ sino ‘coño’.
En fin, nada espero de estas chicas de Femen desde que leí la frase fundacional de su lideresa, la señora Alexandra Shevechenko. Según ella “la mujer tiene derecho a emplear todas las armas a su alcance, incluida la fuerza de su atractivo, por eso en nuestras acciones tratamos conscientemente de desencadenar erecciones”. Estupendo, años, siglos, de mujeres,y también de hombres, peleándose por la evidencia, por dejar claro que somos legalmente iguales aunque afortunadamente muy distintos, para que lleguen ahora con esto. Con un par de tetas.