La negativa de ANV a condenar el atentado de ETA reabre las posibilidades de ilegalizar a este partido. Si antes de las elecciones locales quedaban pocas dudas sobre la utilización que hacían los radicales vascos de las siglas históricas de un grupo que llevaba muchos años sin actividad política, todo lo que han hecho los cargos electos de ANV en estos últimos seis meses ha servido para confirmar las previsiones. ANV es la tapadera que han usado los amigos de Batasuna para estar en las instituciones. Si Batasuna ha sido colocada fuera de la ley, lo lógico es que ANV reciba idéntico tratamiento. Ante las elecciones generales, los compañeros de viaje de ETA no pueden utilizar los mecanismos de propaganda propios de los partidos democráticos. Una cosa es defender a ultranza el pluralismo político y otra abrir resquicios para que se cuelen los violentos en el interior de las instituciones. Si hay una imagen rasposa, en las hemerotecas, de la vida parlamentaria, es la de Josu Ternera sentado en un escaño de la Cámara de Vitoria.
El PP ha planteado dos condiciones para practicar una política de unidad contra el terrorismo: la ilegalización de ANV y la garantía de que el Gobierno no volverá a negociar con ETA. En este momento, las exigencias de la oposición resultan inoportunas, porque puede ocurrir que de la indignación ante el mortal atentado de la banda se pase a una trifulca entre los dos grandes partidos democráticos. Lo que hay que hacer es lanzar un mensaje de unidad y apoyo a la Policía.
La ilegalización de ANV es importante, porque termina con una política de tolerancia, que sólo ha servido para envalentonar a los violentos y para dar paso a situaciones tan esperpénticas como la creada en el Ayuntamiento de Ondarroa. Pero la ilegalización de ANV no puede ser la piedra de toque de la lucha contra ETA, aunque sería conveniente que el Gobierno diera órdenes a la Fiscalía para poner a ese grupo fuera de la ley. En cuanto a la negociación con la banda terrorista, nadie puede condicionar lo que se hará en otra legislatura, así que si el PP quiere cerrar esa posibilidad lo que tiene que hacer es ganar las elecciones. Cuando se celebran funerales de Estado, la política también tiene que ser de Estado.