El mensaje del Rey por Nochebuena señaló el asunto clave de la política española: la urgente unidad de los partidos políticos contra el terrorismo. Durante muchos años, con gobiernos de UCD, PSOE y PP, hubo acuerdo entre el gobierno y la oposición para luchar contra ETA. La confianza en la vía policial y el consenso sobre el marco jurídico-político hicieron que la Democracia sólo tuviera una respuesta ante ETA. Ni siquiera cuando salió a la superficie la relación entre los aparatos del Estado y los crímenes del GAL se quebró la entente entre la izquierda y la derecha. A Fraga Iribarne deben agradecer los socialistas la actitud irreprochable de la oposición en aquella coyuntura. La situación cambió en la legislatura de 1993 a 1996, la última de Felipe González. La tensión entre el Gobierno socialista y el grupo parlamentario del PP, liderado por José María Aznar, llevó a que la pugna política afectara a la lucha antiterrorista, y el general Galindo acabó en la cárcel. En posteriores mandatos las cosas volvieron a su cauce, y la sintonía entre el PP y el PSOE llevó a la firma del Pacto Antiterrorista.
En la legislatura que ahora termina el cambio ha sido cualitativo, convirtiéndose ETA en el núcleo de las desavenencias del PSOE y el PP. La agria controversia sobre el combate contra el terrorismo ha deteriorado profundamente la convivencia política y ha contribuido a crear una incipiente y peligrosísima polarización social. Este es el verdadero problema de España. Todas las demás cuestiones ni son esenciales ni hay ningún obstáculo que impida solucionarlas.
La unidad frente al terrorismo está relacionada con el tratamiento que debe dar el Estado a las demandas de los nacionalismos. En ambos asuntos, problema territorial y lucha contra el terrorismo, se ha creado una sima entre los dos grandes partidos en este mandato. Las diferencias se centran en estos dos temas, limitándose cada partido en las cuestiones económico-sociales a airear sus ofertas más atractivas para captar votos. Gane quien gane las elecciones, el acuerdo sobre el modelo territorial y la lucha contra ETA es una cuestión prioritaria. La forma de Estado y el combate contra el terror no pueden variar por una docena de escaños.