Para un presidente autonómico hay pocas circunstancias tan favorables como la de visitar Madrid para tener reuniones de trabajo con los ministros de turno en vísperas de elecciones generales: todos los planes obtienen el visto bueno. El presidente Areces ha tenido, ayer, dos reuniones muy provechosas con la ministra de Fomento y el ministro de Industria, en las que ha firmado convenios para realizar inversiones y comprometido fechas para inauguraciones.
Con el titular de Industria, Joan Clos, ha firmado Areces convenios para financiar actuaciones con los fondos mineros por un valor de 125,8 millones de euros. En el último trimestre se ha asignado 242 millones para las cuencas mineras. Estas sumas de dinero corresponden al Plan del Carbón, 2006-2012, aprobado por Montilla, entonces ministro de Industria, al perder el pulso con los sindicatos mineros tras sufrir la acción combinada del encierro de los liberados sindicales en la sede del Ministerio, mientras los piquetes de base cortaban las principales carreteras en Asturias. Fue la movilización más rentable de la historia: prejubilaciones para los mineros con poco más de cuarenta años de edad y 2.880 millones de euros en fondos para las regiones carboneras, de los que tocaron 1.716 para Asturias. Unas cifras que superaron las mejores expectativas.
Una gran parte de los fondos se dedica a financiar carreteras, como la “Y” de Bimenes. Otra parte va para construir polígonos industriales en las cuencas. El presidente Areces, muy oportunamente, ha recordado que desde que es presidente se han destinado a las cuencas mineras 1.750 millones de euros, entre los fondos mineros y la aportación del Principado. Gijón, Oviedo y Avilés, juntos, no han captado tantos recursos. El objetivo oficial de la lluvia de millones es el de integrar las cuencas en el desarrollo de Asturias, cuando las comarcas mineras siempre formaron parte de ese desarrollo y están muy bien comunicadas con las principales ciudades de la región. Lo que no van a lograr los fondos mineros por muchas iniciativas que promuevan es tomar el relevo de los pozos del carbón, que daban empleo a decenas de miles de trabajadores y constituían la base de la dieta energética española.