El consejero Jaime Rabanal se muestra reacio a acelerar la negociación del modelo de financiación autonómica. El consejero de Economía afirma que no conoce propuestas nuevas del Gobierno central y considera que es imposible desbloquear la negociación en quince días. Rabanal no comparte la manera de hacer política de la Generalitat, presionando a Zapatero para que reforme el modelo de financiación en la línea que más le interesa. Por su parte, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero -con toda la transparencia que tiene una entrevista en televisión- declara sin ambages que el Gobierno está negociando con el portavoz económico del PP, Cristóbal Montoro, así como «con Cataluña y otras comunidades». Zapatero repitió su conocido enunciado de que todas las regiones mejorarán en sus fuentes de financiación porque de ello depende la calidad de los servicios de Sanidad y Educación. ¿Qué decir de todo ello?
Creo que tanto Jaime Rabanal como José Luis Rodríguez Zapatero dicen la verdad. El Gobierno negocia con Cataluña y alguna otra comunidad, así como con la dirección del Partido Popular que representa en alguna medida a los territorios gobernados por ese partido. En esa negociación Asturias no es un interlocutor, como probablemente tampoco lo serán muchas otras regiones.
El sistema de negociación multilateral no se cumple en esta fase del proceso, optando el Gobierno por tantear un acuerdo con algunos territorios especialmente relevantes para luego tratar de presentarlo como una oferta cerrada a las demás comunidades. De no ser así carecería de sentido el tratamiento desigual que reciben los gobiernos autonómicos. El método de negociación que sigue el Gobierno tiene su lógica pero perjudica a Asturias. Zapatero repite que todas las regiones van a mejorar con el modelo de financiación, así que Cataluña no recibirá más a costa de Asturias ni viceversa. La conclusión es clara: todos ganarán a costa de la Hacienda del Estado.
Recapitulemos. A Asturias, como a Extremadura, Galicia, Castilla-La Mancha o Cantabria, no le interesa quedar subordinada en la negociación autonómica, porque tendrá que defender sus posiciones frente a una propuesta consensuada por el Gobierno central y Cataluña. Tampoco le interesa la pérdida de musculatura financiera del Estado, porque gracias a ella tenemos cosas como los fondos mineros.