María Dolores de Cospedal considera que el caso del espionaje en la Comunidad de Madrid empaña el buen nombre del PP. La secretaria general del partido afirma que el escándalo de los espías produce más daño al PP que a nadie. Esta valoración se opone a la realizada por Esperanza Aguirre, que ha repetido hasta la saciedad que todo es una operación pensada para destruirla políticamente. Tiene razón Cospedal porque el principal partido de la oposición quedará seriamente afectado por el ‘affaire’ de los seguimientos parapoliciales, con independencia de que la batalla política termine bien o mal para Aguirre, Gallardón o el mismísimo Rajoy.

El escándalo de Madrid entró en la fase de intercambio de golpes por la vía de las publicaciones periodísticas. Las informaciones acusatorias se han ampliado a miembros del PP de distintas tendencias políticas, siguiendo los dictados de la teoría del ventilador: echar basura amarilla en todas las direcciones deja a todos los contendientes al mismo nivel. Visto desde fuera, lo que llama la atención es la tendencia a hacer dosieres acusatorios dentro del PP y la afición por los servicios de seguridad o por obtener información con la excusa de mejorar la seguridad.

Dentro de un mes hay elecciones en Galicia y el País Vasco. Cualquier aparición de Rajoy por esos territorios va a provocar preguntas por el caso de los espías, así que la dirección nacional del PP tiene un par de semanas para poner fin al escándalo. Lo más lógico sería llegar a un pacto entre Rajoy y los principales dirigentes madrileños de forma que todos se atuvieran al resultado de la investigación interna que realiza Cospedal, con el compromiso de negociar su resultado final, de modo que ningún dirigente saliera damnificado. Ese tipo de acuerdo, forzosamente secreto, es dudoso que se pueda alcanzar, debido a lo deterioradas que están las relaciones entre la presidenta de la comunidad autónoma y el alcalde de Madrid y por el abismo que separa a Rajoy de Aguirre. Cualquier otro tipo de solución provocará perjuicios directos y daños colaterales. En los próximos comicios gallegos y vascos el PP se juega más que el PSOE, porque Zapatero no está cuestionado internamente, mientras que un mal resultado dejaría a Rajoy en una posición delicadísima. El tiempo corre.