EL presidente del Gobierno se ha reunido con 1.300 ediles socialistas para lanzar un mensaje de esperanza sobre el empleo. Zapatero insistió en que no va a abaratar el despido, como le piden los empresarios, y que va a destinar recursos a las familias que agoten la cobertura del desempleo. En sintonía con su preocupación por activar la actividad económica, el presidente advirtió a alcaldes que deben coordinarse con el Gobierno para agilizar los pagos a las pequeñas y medianas empresas, que llevan un retraso de media superior a los doscientos días.
Desde finales del pasado año, el presidente ha cogido los mandos de la política económica, ante el escepticismo y la falta de combatividad del ministro Solbes. En la primera legislatura, cuando en España se creaba el 40% de los puestos de trabajo de la eurozona, Zapatero rehusaba hablar de economía. Sólo en el último año del mandato empezó a presentar los logros en crecimiento del PIB y en empleo para compensar el fracaso del proceso de diálogo con ETA. Zapatero, al igual que le ocurría a Adolfo Suárez, no se siente cómodo con el discurso económico, por falta de un conocimiento sólido sobre la materia y por su tendencia a moverse exclusivamente en el campo de las negociaciones y los proyectos políticos. Sarkozy tampoco posee un discurso económico creíble, ni Angela Merkel, por no hablar de Berlusconi. Aunque nunca se señala, este es un déficit de la Europa del euro ante la crisis económica.
En las manifestaciones de Zapatero sobre la coyuntura económica hay siempre un exceso de voluntarismo, como lo demuestra su confianza en los ayuntamientos para animar la actividad económica. En todos los países hay alcaldes democráticos y nadie se acordó de ellos para hacer frente a la crisis. El mensaje de esperanza a las familias que no tienen recursos es un acierto, porque hay que evitar que la crisis económica se transforme en crisis social, pero hay que tomar otras medidas que vayan más allá que engordar el déficit público. Es preciso aprovechar los tres datos buenos del presente: energía barata, precios a la baja y aumento de ahorro de las familias. A partir de esas señales toca abrir un gran acuerdo con los agentes económicos para compartir sacrificios: menos trabajadores al paro y más moderación salarial.