La dirección regional del PP ha decidido intervenir en siete juntas locales (Villaviciosa, Sariego, Bimenes, Teverga, Sobrescobio, Allande y Taramundi), poniendo al frente de las mismas a miembros destacados del partido, como Isidro Fernández Rozada o Alejandra Cuétara. La idea del equipo de Ovidio Sánchez es tomar el control de esas organizaciones municipales para refundar la estructura del partido y poder competir en las próximas elecciones locales con los candidatos socialistas. El método utilizado es extraordinario, ya que en esos concejos hay unos responsables municipales elegidos democráticamente, así que para tomar una medida de ese tipo han tenido que mediar motivos especiales. Es la primera vez que Sánchez apela a una medida interna de ese calibre.

En las dos últimas autonómicas el PP obtuvo unos resultados notables, con 19 escaños en la Junta en el año 2003, y 20 en el 2007. En esta última ocasión los socialistas sólo obtuvieron un diputado más, quedando prácticamente empatados en votos en la circunscripción central y en la oriental. La ventaja en sufragios del PSOE se cimentó en el Occidente de la región y en el voto de la emigración. Sin embargo, en las urnas municipales la ventaja socialista fue muy grande, cuadriplicando de largo el número de alcaldías del PP. Esa diferencia en una misma jornada electoral se debe a la falta de peso de las organizaciones locales del PP, un partido con muchos afiliados pero falto de una estructura territorial con dirección política, lo que hace que en villas, pueblos y aldeas carezcan de influencia. Bajo esa perspectiva se comprende la necesidad de implantar direcciones municipales fuertes, conectadas al equipo de Sánchez. El déficit del PP en Asturias consiste en no tener un tejido militante bien coordinado que pueda hacer frente a una izquierda que goza históricamente de hegemonía en la región.

Llama la atención, no obstante, que las juntas intervenidas hayan respaldado, con mayor o menor fuerza, el intento de Juan Morales de presidir el PP. De ser ése el motivo de los cambios orgánicos no estaríamos en presencia de un revulsivo para ganar elecciones, sino del último ajuste interno, una moda que empezó con Marqués.