La dirección regional del PP dice que la intervención en siete juntas locales no responde a ninguna maniobra persecutoria, sino a las irregularidades observadas en el funcionamiento de estas organizaciones. Para demostrar que no se trata de una campaña contra el sector crítico, se afirma que varias juntas controladas por ese sector, como las de Mieres, Salas, Valdés o Siero, serán escrupulosamente respetadas porque funcionan bien. No obstante, la dirección regional del PP adelanta que también tendrá que intervenir en algunas otras juntas correspondientes a municipios pequeños.
La argumentación del equipo de Ovidio Sánchez es plausible, pero de los mismos datos cabe sacar otras interpretaciones. Veamos. Las juntas de Mieres, Salas, Valdés o Siero tienen ya una cierta entidad, así que violentar el funcionamiento regular de estas estructuras municipales podría crear un problema interno de suficiente importancia como para que el remedio fuese peor que la enfermedad. Pero lo que resulta más endeble de la versión oficial es que en ningún caso se plantearon actuar sobre alguna de las juntas que se mantienen fieles a la dirección del partido. A nadie le cabe en la cabeza que las irregularidades o inexactitudes en la confección de censos de militantes o en el cobro de cuotas hayan tenido lugar siempre en las organizaciones alineadas con el sector crítico. Las juntas que apoyan a Sánchez tendrían los papeles en regla, pero entre las que votaron a Morales habría de todo. Esta forma de discriminar sugiere otras motivaciones.
El intento de acabar con las juntas díscolas para que los congresos locales deriven en un cierre de filas en torno a Ovidio Sánchez ha tropezado con la contundente respuesta del sector crítico, que ha salido del letargo en que estaba sumido desde el último congreso. Lo último que necesita Mariano Rajoy es que en Asturias surjan nuevamente los problemas, a los tres meses de celebrarse el cónclave regional. Visto en perspectiva este asunto, no se entiende cómo el tándem que forman Ovidio Sánchez y Fernando Goñi ha optado por estrenar el mandato del congreso con una actuación tan arriesgada como dudosamente rentable. Lo más sensato que podrían hacer ambos es rectificar su estrategia antes de que el enfrentamiento derive en actos de rebeldía y sanciones.