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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LAS CONDICIONES DEL AVE

Ante el debate sobre el AVE del Cantábrico el Principado hace dos puntualizaciones: la línea de alta velocidad no se hará por imposición de los gobiernos de Galicia y Cantabria, y el visto bueno asturiano estará condicionado a la aprobación de un trazado que no dañe el litoral asturiano. La primera afirmación es muy relativa, porque una infraestructura de ese calado no se hace a petición de dos gobiernos regionales, pero tampoco se deja de hacer porque se oponga una de las cuatro comunidades autónomas por las que está previsto discurrir el tren de alta velocidad. El AVE del Cantábrico está en el Plan Estratégico de Infraestructuras de Transporte, y es competencia del Gobierno central llevarlo a cabo. Aunque sea una obviedad recordarlo, en la gestión de un territorio se superponen las competencias de varias administraciones, no pudiendo una de ellas impedir el desarrollo de las competencias de otra. La línea de alta velocidad se ejecutará o quedará relegada en función de la voluntad del Gobierno central. Hasta el momento están a favor de llevarla a cabo el Gobierno de Zapatero y los del País Vasco, Cantabria y Galicia. El Principado discrepa o tiene importantes reservas. Se impone la negociación.

El temor al daño medioambiental del AVE que tiene la izquierda asturiana es algo real. Los trazados de alta velocidad no son flexibles, ni dan rodeos para evitar una playa, un bosque o una joya prerrománica. Las vías deben discurrir lo más recto que se puedan trazar para que los convoyes avancen a 350 kilómetros por hora. El reto está en el trazado de oeste a este y en el soporte constructivo. Ni cabe un AVE de paradas –para eso está el FEVE-, ni los casi trescientos kilómetros de recorrido por Asturias se pueden hacer en clave urbana, con baja velocidad, como se acepta en la directiva europea para tramos cortos y muy poblados: Lena-Gijón. Hay que pensar en la comunicación a larga distancia y en la exigencia de tramos soterrados o con túneles. Una infraestructura de construcción lenta y cara.

Dicho todo lo anterior, resulta inimaginable que en año 2030 toda la periferia española esté surcada por líneas de alta velocidad, con la excepción de esta reserva de indios, de modo que cuando se quiera ir a Burdeos en dos horas, se viaja hasta León en una hora y pico, y luego comodidad y velocidad.

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por JUAN NEIRA

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